
TRES VIERNES TIENE CARMONA Tres viernes tiene Carmona que relucen más que el sol: Viernes Santo, Viernes de Feria, y los Viernes del Perol. No es fàcil nada fàcil, en un pueblo genèticamente apático como Carmona, que año tras año se llene el Teatro Cerezo con cada ediciòn del Teatro de Humor. La peña el Perol plantò, hace más de una docena de años, un árbol en el Teatro de la calle San Pedro. Cada otoño, de este singular árbol, no caen hojas marrones y muertas. Muy al contrario, de él se desprenden risas, hasta dejarle a Jesùs, el excelente custodio del Cerezo, el patio de butacas perdido de tan sano gesto. Bueno, peor serìa que se lo cubrieran de cáscaras de pipas, como le hacía a Burel. Como bien dice su presidente en el saluda de la programación, què mejor forma de afrontar la crisis que con una sonrisa. El Perol nos ofrece cinco viernes de terapia a precio de saldo. A ver, busquen ustedes un psicólogo que cobre siete euros por una hora larga de sesión. Si a este sofrito de gracia le añaden ustedes una cervecita en la Taberna, antes de entrar, y otra con tapa, en el Mere, al salir, ya hemos estrangulado, con las dos manos, a ese infinito, que de lunes a jueves, nos había cubierto de gravedad el gesto. Los mejores guisos salen de este perol. Con escogidas viandas (las compañías señeras del circuito) y generosos condimentos (la asistencia masiva y buena disposición de los comensales). Todo esto, bajo la dirección de una batuta-cuchara (la organizaciòn) que dirige con entusiasmo este sabio refrito, y nos da a probar cada año las especialidades de la casa. Hay un valor añadido a éste buen quehacer perolero. No, no abandonen sus butacas, que no es el I.V.A. Es la posibilidad que te brinda este festival de promover el teatro familiar. Un buen nùmero de las obras que han desfilado en estos trece años por la calle San Pedro, han tenido una temàtica y un tratamiento, aptos para todos los públicos, circunstancia que nos permite inyectarle a nuestros hijos, el veneno del teatro, de forma plácida, con el leve pinchacito de una sonrisa. En los tiempos que corren, poder permutar, aunque sea por los sesenta minutos que dura una obra, la Game-boy o lo que es pero aùn, la cada ve màs temprana botellona, por unas risas compartidas, es todo un logro impagable. Meterles la cultura sin calzador, a las buenas, es otra garantìa de que algo quedarà de esta difìcil siembra. Publicado en "El Periòdico de Carmona". Columna de Manolo Martinez. 20-11 al 03-12 del 2.008.
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