EN DOS HERMANAS
Un pregonero con rodaje
Guillermo Rodríguez afronta ilusionado el honor que supone ser el pregonero de la Semana Santa de Dos Hermanas de 2009, un evento del que piensa que es “la culminación de un cofrade como es él”. Este director de una entidad bancaria ya dio el pregón de su ciudad natal, Carmona, en 1996.
A las 12.30 horas del próximo domingo, Guillermo Rodríguez se subirá al atril del teatro municipal Juan Rodríguez Romero para dar el pregón de la Semana de Dos Hermanas. Para el protagonista de este acto, su designación ha sido “un verdadero honor y la culminación de un cofrade como yo". Desde 2001 dirige la sucursal de Caja Badajoz en la calle La Mina, y antes estuvo en otras entidades bancarias de la ciudad nazarena, a la que llegó hace 23 años desde Carmona. En cuanto a las claves de su pregón, avanza que tratará de “motivar a los jóvenes cofrades, como es la obligación de los mayores”.
También hará un recorrido por las hermandades nazarenas. El pregonero guarda con celo el contenido de su discurso, pero sí afirma haberse documentado bien sobre la Semana Santa local y haber metido a todas las cofradías en su pregón: “En Sevilla hay muchas hermandades y si te olvidas de una no se nota, pero en Dos Hermanas son menos y sí se nota, así que he tratado de incluirlas a todas", explica.
Además, Rodríguez tiene ya experiencia en ser pregonero, pues ya dio el de la Semana Santa de Carmona hace 13 años. Aquel día fue “el más feliz de mi vida, y es una satisfacción repetir ese momento en mi segunda ciudad, ya estoy disfrutando de los días previos", señala.
De las dos ciudades en las que ha vivido comenta que tienen “dos semanas santas muy bonitas, con unos magníficos misterios. Si tuviera que explicar alguna diferencia, es que Carmona es más afortunada en el marco de las procesiones", destaca en referencia a que la arquitectura de Carmona le ofrece una estética más bonita a la hora de sacar los pasos, y en cambio “Dos Hermanas es más moderna, lo que es algo irremediable", añade.
Rodríguez hablará también el domingo de la Iglesia, ya que entiende que hay “muchas dudas” a su alrededor, “cosas en las que unos están de acuerdo y otros no". Y será interesante escucharle, puesto que hablará con conocimiento de causa: Rodríguez es hermano de las corporaciones de Amargura, Gracia y el Rocío en Carmona, y en Dos Hermanas pertenece al Santo Entierro, el Rocío y Valme. De esta última hermandad romera es hermano porque afirma: “No entiendo a un nazareno que no sea de la hermanadad de Valme, son dos cosas muy paralelas".
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En 1996 pronunció su pregón de la Semana Santa el destacado cofrade de la Hermandad de la Amargura D. Guillermo Casimiro Rodríguez Jiménez. Fue el Domingo de Pasión 24 de marzo en el Teatro Cerezo, y así se refería a nuestra hermandad:
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" La sentencia de Pilatos se confirma aunque se lave las manos, nuestro Señor Jesucristo va a ser crucificado, le llevaron al Gólgota o lugar de calaveras, requirieron a un hombre de Cirene: Simón, para llevar la cruz.
Acompañadme a eso de las nueve de la noche del Viernes Santo, puerta de San Felipe, lugar de mis principales miradas de admiración y rezos hacia Ti.
El bullicio de las gentes que se aprietan buscando un sitio en la calle, la conversación animada, el comentario alegre y festivo, expresión de nuestro contento. En la puerta del templo mi Junta de Gobierno, el secretario porta el estandarte y una mujer con rosas y claveles blancos en las manos.
De pronto, algo más d elas nueve, un silencio profundo, los presentes caemos en éxtasis de amor, su alma se hace ojos, por la calle de San Felipe aparece Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Sólo el escalofrío de la emoción da un contenido humano y patético a esa multitud que admira al paso del Redentor en ese supremo pasaje de la Pasión en el que Cristo se abraza con su cruz.
Sólo un lamento es capaz de romper ese silencio inmenso: es un ¡ay! Prolongado, inacabable y formidable, es el grito del alma hecha oración en la saeta.
Silencio del pueblo en el silencio de Cristo, fusión de dos amores incontenibles. Es silencio lo que lleva en su corazón Nuestro Padre Jesús Nazareno al tomar dulcemente su cruz y aceptar el suplicio sin una queja.
Silencio hondo, arrebatado,
anhelante.
Silencio denso y profundo,
impenetrable
Silencio frio y triste,
silencio expectante.
Silencio del silencio,
silencio enardecido, pavoroso,
impresionante de Carmona.
Silencio por Dios silencio,
Nuestro Padre Jesús Nazareno,
en silencio lo admiramos.
Camino del Calvario le seguía un agran muchedumbre que se herían y lamentaban por Él, Jesús, volviéndose a las mujeres les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos.
No sólo nos dan la vida, nos cuidan, son felices con nuestras alegrías y sufren más que nadie por vuestros dolores.
Por eso la virgen María, espejo donde se mira el pueblo esperanzado de llegar a Dios, no podía dejar de llorar con ese llanto resignado y apacible de las Dolores de Carmona.
El camino del Cielo está abierto en tre los escollos y malezas del dolor y el llanto. La Virgen Marís es la obra perfecta de la Redención de Cristo. Y en su perfección antecede con su cruz al pueblo de Dios prerenigrante, como signo de esperanza segura y de consuelo.
Todas con su personalidad y con su encanto, son la versión matizada de una sola. El dolor, según Carmona, de la Madre de Dios, belleza de mujer, el cofrade imagina la Virgen como es, la más hermosa entre las criaturas, con esa exaltación sublime que da el dolor.(...)
Dolor del más exagerado silencio, María santísima de los Dolores, en San Bartolomé recibes culto, y en Carmona en la noche del Viernes Santo, desde tu exquisito paso con aromas de azahares, esperas para contemplar tu dolor inmenso en el más significado silencio."
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